LA FOTO DE LA ULTIMA AVENTURA

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sábado, 18 de febrero de 2012

Consejos para la adquisición y mantenimiento de un traje seco


Hasta no hace mucho tiempo el uso de trajes secos fuera del ámbito del buceo profesional y científico estaba reservado casi en exclusiva a aquellos deportistas que practicaban determinadas especialidades de buceo técnico. Sin embargo, resulta evidente que con el paso de los años, y conforme los buceadores deportivos han ido ampliando el radio de acción de sus inmersiones, los componentes propios del buceo profesional se han ido haciendo poco a poco un hueco en sus bolsas de buceo. Y entre este material de origen profesional se encuentran los trajes secos.
En nuestro artículo anterior  nos ocupamos de describir las características constructivas de los trajes secos que se comercializan en la actualidad para el mercado del buceo deportivo-recreativo. En este capítulo vamos a tratar una serie de consideraciones bastante más subjetivas, y que en todo caso pretenden ser una ayuda para todos aquellos buceadores que se estén planteando la adquisición de una de estas piezas para su equipo de buceo.

Ventajas y desventajas de los trajes secos
Quizá la ventaja más obvia, y la que incita a casi todos los buceadores a pensar en adquirir un traje seco sea una mejor protección térmica que les permita alargar sus inmersiones profundas en aguas templadas o a vencer los rigores térmicos que suelen darse en aguas interiores o de mares de latitudes medias o altas. Desde ese punto de vista, un traje seco permite bucear en casi cualquier tipo de ambiente subacuático, sin tener que renunciar al confort, o padecer una rápida perdida de calor corporal. Como consecuencia de ello, y a pesar de ser algo que no suele tenerse en cuenta, el uso de un traje seco suele permitir un aumento considerable de los tiempos de fondo durante una inmersión. Esto es debido a que la demanda de oxígeno del organismo disminuye, al no tener que acelerar el metabolismo para combatir la perdida de calor corporal. Por otra parte, un cuerpo caliente es bastante menos proclive a sufrir accidentes descompresivos, ya que la absorción de nitrógeno habrá sido sensiblemente inferior.
En el otro lado de la balanza se encuentran una serie de factores que, así mismo, deberemos de tener en cuenta. Tal vez a priori el factor más negativo que frena la compra de un traje seco a un buen número de buceadores sea su precio. Aunque hay más de un estudio que argumenta que, dada la superior vida media de un traje seco, la relación durabilidad-precio puede ser incluso favorable a los trajes secos frente a los húmedos, la realidad que se impone en la mente del comprador es que un traje seco suele triplicar o cuadriplicar el precio de un traje húmedo de gama media-alta. Por ello, es lógico que la adquisición de un traje seco merezca una reflexión más concienzuda, si cabe, que la adquisición de un traje húmedo, tal y como comentaremos más adelante.
Otro factor importante a la hora de considerar el paso de traje húmedo a traje seco es que este segundo presenta unas características hidrodinámicas mucho peores que las de los primeros. En otras palabras, la navegación con un traje seco es más exigente desde el punto de vista muscular, en especial cuando se requieren movimientos rápidos, Su uso impondrá, por tanto, un ritmo de buceo más pausado y en algunos casos podríamos calificarlo de más “torpe” en comparación con la navegación habitual con un traje húmedo.
Por ello, si estamos pensando en adquirir un traje seco hemos de saber que su uso requiere un periodo de aclimatación y un entrenamiento concreto que no es comparable con la experiencia previa que tengamos con un traje húmedo. Hay que conocer la capacidad compensadora que presentan, mediante la inyección de aire en su interior, y como manejar ese volumen de gas en cualquier posición de buceo sin que ello constituya un factor de riesgo añadido. Por este motivo, las diferentes organizaciones de buceo ofrecen cursillos específicos para la navegación con trajes secos, y desde estas líneas quisiéramos recomendar la conveniencia de asistir a uno de estos cursos antes de la adquisición de un traje seco.
Por otra parte, los trajes secos requieren un mantenimiento mucho más minucioso que los trajes húmedos, especialmente en aquellas zonas que aseguran su estanqueidad. En este sentido, tal y como vimos en el capítulo anterior y resumiremos en éste, habrá que ser especialmente cuidadoso en el mantenimiento y limpieza de los puntos críticos que aseguran la estanqueidad del traje, estos son, la cremallera y los manguitos de estanqueidad en puños y cuello.

¿Necesito un traje seco?

Esta suele ser la eterna pregunta que en un momento dado suele empezar a planear por la mente de algunos buceadores. Aun a riesgo de ser demasiado simplistas podríamos decir que si la pregunta permanece en nuestro pensamiento durante un cierto tiempo tras haber realizado una serie de inmersiones que nos han resultado incómodas por la baja temperatura del agua, o sí por ese motivo hemos tenido que renunciar a más de una inmersión que realmente nos apetecía, la respuesta casi seguramente será afirmativa.

Podríamos decir que, llegado este caso, la disyuntiva que se plantea es la siguiente: ampliar el rango de temperaturas de las aguas en las que podremos realizar inmersiones satisfactorias, o limitar nuestras inmersiones a aquellas aguas con temperaturas subtropicales. Por ello, para todos aquellos buceadores habituales que no quieren verse limitados por el parámetro térmico y cuyo campo de acción pretenda ir más allá de las inmersiones en la costa mediterránea durante la temporada de verano, el traje seco de volumen variable se perfila como una solución adecuada.

A la hora de adquirir un traje seco…

Una vez que estemos decididos a adquirir un traje seco, hemos de asegurarnos que se trata de la pieza de calidad y adecuada para nuestras dimensiones corporales. De ello depende, no solamente el confort durante la inmersión, sino nuestra propia seguridad bajo el agua. Los puntos críticos a los que debemos prestar una especial atención son los siguientes:
  • Asegurarse de que el tamaño de la bota sea el adecuado.
  • Las bandas de sellado de puños y cuello han de ajustar hasta lograr una perfecta estanqueidad, pero no han de cortar el riego sanguíneo o dificultar la respiración.
  • El flujo de la válvula de admisión ha de ser siempre menor que el de la válvula de purga.
  • La mejor localización para la válvula de inflado es en la zona central del pecho.
  • Consideramos que la mejor localización de la válvula de purga es en la parte superior del brazo izquierdo.
  • La válvula de purga debe ser ajustable y proporcionar tanto purga automática como manual.
El mantenimiento

Ya hemos comentado con anterioridad, tanto en este artículo como en el precedente, la importancia del mantenimiento del traje seco para que conserve durante muchos años sus características. Pues a diferencia de lo que suele ser habitual con los trajes húmedos, a los que habitualmente el único mantenimiento es el endulzado junto con el resto del equipo de buceo, y ocasionalmente un lavado con un detergente suave, el traje seco requiere un mantenimiento mucho más exigente.

En primer lugar, y siempre que sea posible, habrá que endulzar el traje nada más salir del agua y antes de quitárnoslo. Con ello evitaremos por una parte mojar el interior y por otra eliminar cualquier mota de polvo, sal o arena que pudiese deteriorar la cremallera o los dientes al abrirla. Una vez endulzado, se procederá a secarlo tanto por fuera como por dentro con un paño que absorba toda la humedad, especialmente de las perneras y las botas, pues si no se hiciese así, el crecimiento de hongos y el deterioro de la goma está asegurado.
Respecto del mantenimiento de la cremallera, que se trató en detalle en el capítulo anterior, recordaremos la conveniencia de lubricarla con cera especial de cremalleras, y de guardar el traje con la cremallera abierta y sin forzar pliegues en la misma.
Otro punto crítico son los manguitos de estanqueidad de cuello y puños, quizá las piezas del traje más susceptibles de sufrir desgarros y roturas debido a los enormes esfuerzos de tracción a que se someten en los momentos de ponerse y quitarse el traje. Por ello, es fundamental que conserven intactas sus características de elasticidad y resistencia. Para ello, además de endulzarlas y secarlas perfectamente, habrá que protegerlas con polvo de talco puro, es decir sin aromas que puedan atacar a la goma.

Finalmente, y a diferencia de los trajes húmedos, los secos tienen válvulas de admisión y purga de aire que deberán ser objeto de un mantenimiento similar al que solemos hacer con las válvulas de nuestro chaleco hidrostático. Es importante recordar que, las roscas y juntas tóricas de las válvulas no deben ser lubricadas, ya que los lubricantes contienen sustancias disolventes que podrían dañar el tejido del traje.

Falsos mitos






Existen una serie de mitos alrededor de los trajes secos que suelen provenir de buceadores que jamás han buceado con uno o que simplemente lo han hecho de forma muy esporádica y sin el entrenamiento apropiado. Quizá la objeción más frecuente sea que el cuello estanco no es cómodo y dificulta la respiración. Esto no ha de ser así bajo ninguna circunstancia, pues un cuello demasiado apretado es potencialmente peligroso para el buceador. Por ello, insistimos una vez más en la importancia de probarse el traje antes de adquirirlo para comprobar que la talla general de costura y los diámetros de los manguitos de cuello y puños, así como la talla de la bota corresponden a las medidas del usuario. De hecho, un cuello de talla adecuado consigue una perfecta estanqueidad con un alto grado de confort tanto en superficie como bajo el agua.
 
Otro de los supuestos inconvenientes que se achacan a los trajes secos es la dificultad para controlar su flotabilidad. En este caso influyen varios factores. Por una parte el grado de entrenamiento del buceador en el manejo del traje seco, por otra la temperatura del agua, que en caso de estar próxima a los 0˚C pequeñas fluctuaciones de temperatura producen importantes fluctuaciones en la densidad del líquido. Por último, y quizá fundamental a la hora de bucear con un traje seco de volumen variable sea el hecho de que, a pesar de que el control de flotabilidad se pueda hacer con el propio traje, lo que recomiendan casi todos los especialistas es que en el traje seco se inyecte el aire justo para evitar el placaje del tejido en los miembros y que el control de la flotabilidad se realice con el chaleco hidrostático, pues el reparto de volúmenes de aire es mucho más fácilmente controlable y es al que está habituado el buceador.
El último gran mito quizá sea la gran cantidad de lastre que hay que llevar para conseguir flotabilidad negativa con un traje seco. Si bien es cierto, que en general, un traje seco requiere una mayor cantidad de lastre que un traje húmedo, esta diferencia no ha de ser muy pronunciada, por lo que la recomendación es hacer una prueba de flotabilidad para no sobrelastrarnos y evitar, por tanto, malgastar una gran cantidad de aire de la botella para lograr equilibrarnos una vez en el fondo.


En conclusión

En la actualidad, los trajes secos han sufrido una gran evolución encaminada a facilitar la movilidad y el confort del buceador, pero indudablemente requieren un nivel de entrenamiento muy superior al que exige un traje húmedo. Por estos motivos, junto por el inevitable factor económico, está claro que hoy por hoy el traje seco no suele ni debe ser la primera opción del buceador que se inicia en este deporte, salvo en caso puntuales como los que hemos comentado en este artículo. Sin embargo, una vez que se ha adquirido una experiencia y dominio suficientes de las técnicas básicas de buceo, y en el momento en que el deportista pretende ampliar el horizonte de sus actividades subacuáticas, el traje seco se perfila como una opción de indudable interés. No en vano, el traje de volumen variable es un auténtico todo-terreno subacuático que permitirá al buceador moverse con seguridad en los ambientes más fríos o más profundos de la enorme diversidad de la geografía subacuática.

Consejos para el buceo con traje de volumen variable
  • El buceo con un traje de volumen variable requiere entrenamiento y un periodo de habituación. Por ello, bajo ningún concepto hay que emprender una inmersión sin haber practicado previamente su manejo. Existen, además, cursos específicos para el manejo y mantenimiento de trajes secos donde se enseña al buceador a sacar el máximo provecho a su traje.
  • El traje de volumen variable puede emplearse para regular la flotabilidad, pero es muy sensible y en cierto modo impredecible pues el volumen es grande y el aire se mueve por su interior dependiendo de la postura de buceo que adoptemos. Por ello, los expertos recomiendan inyectar el mínimo de aire en el traje seco que evite el placaje del mismo contra el cuerpo, y utilizar el chaleco hidrostático para regular la flotabilidad. De este modo se ahorrará aire y se tendrá un mejor control de la flotabilidad en posición invertida.
  • El movimiento durante la inmersión con un traje de volumen variable es mucho menos hidrodinámico que con un traje húmedo, lo que implica generalmente un mayor desgaste físico y mayor cansancio acumulado en las piernas. Por ello, hay que ser mucho más conservador a la hora de planificar una inmersión, tanto en tiempo, como profundidad y suponer un mayor consumo de aire.
  • Un traje de volumen variable implica como mínimo un latiguillo y dos válvulas más, a las usadas normalmente, por ello, en ocasiones será preciso reubicar la disposición de latiguillos y demás piezas del equipo para que se tenga un acceso rápido y cómodo a todos ellos.
  • El ajuste del material termoaislante suplementario es fundamental. Unos guantes mal sellados tienen como consecuencia unas manos frías, torpes e incapaces de manipular cualquier pieza del equipo, malogrando o poniendo en peligro la inmersión.


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