En nuestro
artículo anterior nos ocupamos de describir las características
constructivas de los trajes secos que se comercializan en la actualidad para el
mercado del buceo deportivo-recreativo. En este capítulo vamos a tratar una
serie de consideraciones bastante más subjetivas, y que en todo caso pretenden
ser una ayuda para todos aquellos buceadores que se estén planteando la
adquisición de una de estas piezas para su equipo de buceo.
Ventajas y desventajas de los trajes secos
Quizá la
ventaja más obvia, y la que incita a casi todos los buceadores a pensar en
adquirir un traje seco sea una mejor protección térmica que les permita alargar
sus inmersiones profundas en aguas templadas o a vencer los rigores térmicos
que suelen darse en aguas interiores o de mares de latitudes medias o altas.
Desde ese punto de vista, un traje seco permite bucear en casi cualquier tipo
de ambiente subacuático, sin tener que renunciar al confort, o padecer una
rápida perdida de calor corporal. Como consecuencia de ello, y a pesar de ser
algo que no suele tenerse en cuenta, el uso de un traje seco suele permitir un
aumento considerable de los tiempos de fondo durante una inmersión. Esto es
debido a que la demanda de oxígeno del organismo disminuye, al no tener que
acelerar el metabolismo para combatir la perdida de calor corporal. Por otra
parte, un cuerpo caliente es bastante menos proclive a sufrir accidentes
descompresivos, ya que la absorción de nitrógeno habrá sido sensiblemente
inferior.
En el otro
lado de la balanza se encuentran una serie de factores que, así mismo,
deberemos de tener en cuenta. Tal vez a priori el factor más negativo que frena
la compra de un traje seco a un buen número de buceadores sea su precio. Aunque
hay más de un estudio que argumenta que, dada la superior vida media de un
traje seco, la relación durabilidad-precio puede ser incluso favorable a los
trajes secos frente a los húmedos, la realidad que se impone en la mente del
comprador es que un traje seco suele triplicar o cuadriplicar el precio de un
traje húmedo de gama media-alta. Por ello, es lógico que la adquisición de un
traje seco merezca una reflexión más concienzuda, si cabe, que la adquisición
de un traje húmedo, tal y como comentaremos más adelante.
Otro factor
importante a la hora de considerar el paso de traje húmedo a traje seco es que
este segundo presenta unas características hidrodinámicas mucho peores que las
de los primeros. En otras palabras, la navegación con un traje seco es más
exigente desde el punto de vista muscular, en especial cuando se requieren
movimientos rápidos, Su uso impondrá, por tanto, un ritmo de buceo más pausado
y en algunos casos podríamos calificarlo de más “torpe” en comparación con la
navegación habitual con un traje húmedo.
Por ello, si
estamos pensando en adquirir un traje seco hemos de saber que su uso requiere
un periodo de aclimatación y un entrenamiento concreto que no es comparable con
la experiencia previa que tengamos con un traje húmedo. Hay que conocer la
capacidad compensadora que presentan, mediante la inyección de aire en su
interior, y como manejar ese volumen de gas en cualquier posición de buceo sin
que ello constituya un factor de riesgo añadido. Por este motivo, las diferentes
organizaciones de buceo ofrecen cursillos específicos para la navegación con
trajes secos, y desde estas líneas quisiéramos recomendar la conveniencia de
asistir a uno de estos cursos antes de la adquisición de un traje seco.
Por otra
parte, los trajes secos requieren un mantenimiento mucho más minucioso que los
trajes húmedos, especialmente en aquellas zonas que aseguran su estanqueidad.
En este sentido, tal y como vimos en el capítulo anterior y resumiremos en
éste, habrá que ser especialmente cuidadoso en el mantenimiento y limpieza de
los puntos críticos que aseguran la estanqueidad del traje, estos son, la
cremallera y los manguitos de estanqueidad en puños y cuello.
¿Necesito un traje seco?
Podríamos
decir que, llegado este caso, la disyuntiva que se plantea es la siguiente:
ampliar el rango de temperaturas de las aguas en las que podremos realizar
inmersiones satisfactorias, o limitar nuestras inmersiones a aquellas aguas con
temperaturas subtropicales. Por ello, para todos aquellos buceadores habituales
que no quieren verse limitados por el parámetro térmico y cuyo campo de acción
pretenda ir más allá de las inmersiones en la costa mediterránea durante la
temporada de verano, el traje seco de volumen variable se perfila como una
solución adecuada.
A la hora de adquirir un traje seco…
Una vez que
estemos decididos a adquirir un traje seco, hemos de asegurarnos que se trata
de la pieza de calidad y adecuada para nuestras dimensiones corporales. De ello
depende, no solamente el confort durante la inmersión, sino nuestra propia
seguridad bajo el agua. Los puntos críticos a los que debemos prestar una
especial atención son los siguientes:
- Asegurarse de que el tamaño de la bota sea el adecuado.
- Las bandas de sellado de puños y cuello han de ajustar hasta lograr una perfecta estanqueidad, pero no han de cortar el riego sanguíneo o dificultar la respiración.
- El flujo de la válvula de admisión ha de ser siempre menor que el de la válvula de purga.
- La mejor localización para la válvula de inflado es en la zona central del pecho.
- Consideramos que la mejor localización de la válvula de purga es en la parte superior del brazo izquierdo.
- La válvula de purga debe ser ajustable y proporcionar tanto purga automática como manual.
El mantenimiento
Ya hemos
comentado con anterioridad, tanto en este artículo como en el precedente, la
importancia del mantenimiento del traje seco para que conserve durante muchos
años sus características. Pues a diferencia de lo que suele ser habitual con
los trajes húmedos, a los que habitualmente el único mantenimiento es el
endulzado junto con el resto del equipo de buceo, y ocasionalmente un lavado
con un detergente suave, el traje seco requiere un mantenimiento mucho más
exigente.
Respecto del
mantenimiento de la cremallera, que se trató en detalle en el capítulo
anterior, recordaremos la conveniencia de lubricarla con cera especial de
cremalleras, y de guardar el traje con la cremallera abierta y sin forzar
pliegues en la misma.
Otro punto
crítico son los manguitos de estanqueidad de cuello y puños, quizá las piezas
del traje más susceptibles de sufrir desgarros y roturas debido a los enormes
esfuerzos de tracción a que se someten en los momentos de ponerse y quitarse el
traje. Por ello, es fundamental que conserven intactas sus características de
elasticidad y resistencia. Para ello, además de endulzarlas y secarlas perfectamente,
habrá que protegerlas con polvo de talco puro, es decir sin aromas que puedan
atacar a la goma.
Finalmente,
y a diferencia de los trajes húmedos, los secos tienen válvulas de admisión y
purga de aire que deberán ser objeto de un mantenimiento similar al que solemos
hacer con las válvulas de nuestro chaleco hidrostático. Es importante recordar
que, las roscas y juntas tóricas de las válvulas no deben ser lubricadas, ya
que los lubricantes contienen sustancias disolventes que podrían dañar el
tejido del traje.
Falsos mitos
Existen una
serie de mitos alrededor de los trajes secos que suelen provenir de buceadores
que jamás han buceado con uno o que simplemente lo han hecho de forma muy
esporádica y sin el entrenamiento apropiado. Quizá la objeción más frecuente
sea que el cuello estanco no es cómodo y dificulta la respiración. Esto no ha
de ser así bajo ninguna circunstancia, pues un cuello demasiado apretado es
potencialmente peligroso para el buceador. Por ello, insistimos una vez más en
la importancia de probarse el traje antes de adquirirlo para comprobar que la
talla general de costura y los diámetros de los manguitos de cuello y puños,
así como la talla de la bota corresponden a las medidas del usuario. De hecho,
un cuello de talla adecuado consigue una perfecta estanqueidad con un alto
grado de confort tanto en superficie como bajo el agua.
Otro de los
supuestos inconvenientes que se achacan a los trajes secos es la dificultad
para controlar su flotabilidad. En este caso influyen varios factores. Por una
parte el grado de entrenamiento del buceador en el manejo del traje seco, por
otra la temperatura del agua, que en caso de estar próxima a los 0˚C pequeñas
fluctuaciones de temperatura producen importantes fluctuaciones en la densidad
del líquido. Por último, y quizá fundamental a la hora de bucear con un traje
seco de volumen variable sea el hecho de que, a pesar de que el control de
flotabilidad se pueda hacer con el propio traje, lo que recomiendan casi todos
los especialistas es que en el traje seco se inyecte el aire justo para evitar
el placaje del tejido en los miembros y que el control de la flotabilidad se
realice con el chaleco hidrostático, pues el reparto de volúmenes de aire es
mucho más fácilmente controlable y es al que está habituado el buceador.
El último
gran mito quizá sea la gran cantidad de lastre que hay que llevar para
conseguir flotabilidad negativa con un traje seco. Si bien es cierto, que en
general, un traje seco requiere una mayor cantidad de lastre que un traje
húmedo, esta diferencia no ha de ser muy pronunciada, por lo que la
recomendación es hacer una prueba de flotabilidad para no sobrelastrarnos y
evitar, por tanto, malgastar una gran cantidad de aire de la botella para lograr
equilibrarnos una vez en el fondo.
En conclusión
Consejos
para el buceo con traje de volumen variable
- El buceo con un traje de volumen variable requiere entrenamiento y un periodo de habituación. Por ello, bajo ningún concepto hay que emprender una inmersión sin haber practicado previamente su manejo. Existen, además, cursos específicos para el manejo y mantenimiento de trajes secos donde se enseña al buceador a sacar el máximo provecho a su traje.
- El traje de volumen variable puede emplearse para regular la flotabilidad, pero es muy sensible y en cierto modo impredecible pues el volumen es grande y el aire se mueve por su interior dependiendo de la postura de buceo que adoptemos. Por ello, los expertos recomiendan inyectar el mínimo de aire en el traje seco que evite el placaje del mismo contra el cuerpo, y utilizar el chaleco hidrostático para regular la flotabilidad. De este modo se ahorrará aire y se tendrá un mejor control de la flotabilidad en posición invertida.
- El movimiento durante la inmersión con un traje de volumen variable es mucho menos hidrodinámico que con un traje húmedo, lo que implica generalmente un mayor desgaste físico y mayor cansancio acumulado en las piernas. Por ello, hay que ser mucho más conservador a la hora de planificar una inmersión, tanto en tiempo, como profundidad y suponer un mayor consumo de aire.
- Un traje de volumen variable implica como mínimo un latiguillo y dos válvulas más, a las usadas normalmente, por ello, en ocasiones será preciso reubicar la disposición de latiguillos y demás piezas del equipo para que se tenga un acceso rápido y cómodo a todos ellos.
- El ajuste del material termoaislante suplementario es fundamental. Unos guantes mal sellados tienen como consecuencia unas manos frías, torpes e incapaces de manipular cualquier pieza del equipo, malogrando o poniendo en peligro la inmersión.
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